Lo que llama la atención de J . M. Isasi Urdangarin es su original discurso literario cuando habla de la concepción de su novela. Para este joven autor la ficción puede ser un simulacro de gran ayuda, debe servir al conocimiento, y la forma o el estilo, en torno a múltiples registros que él define como variaciones, deben consolidar un mundo posible donde se aclare y comprenda la responsabilidad del individuo frente a sí mismo y sus semejantes. Para el joven narrador pocas cosas son tan apasionantes como la conexión de un hecho real con su devenir imaginado. Otro rasgo es la creación de un conflicto entre numerosos personajes y voces, porque precisamente esa dificultad novelesca proyecta en sus múltiples apreciaciones y definiciones ante los ojos del lector, la comprensión de algunos de los conflictos e interrogantes de la vida real. En esta novela entrañable, sencilla y amena donde la responsabilidad del capitán del Athletic como jugador carismático y persona preocupada y comprometida con su entorno se hace patente en medio del conflicto vasco, el lector descubrirá la percepción literaria de una pasión ligada al fútbol y la política vasca. El compromiso creativo en suma del autor con aquello que le rodea, quien siguiendo un esquema inspirado en las variaciones Goldberg de J. S. Bach, compone con las voces y gestos de personajes por todos conocidos, una novela exclusivamente personal e intransferible.