La vida te pasa factura, te altera el rostro, te cubre de arrugas la mirada, te cruza de par en par, sin que lo notes, el pecho y te deja en los ojos un sabor de recuerdos y amarguras, de risa y momentos felices, de calma y vacío, sin apenas tiempo a reaccionar y balbucear un grito de sorpresa por todo lo vivido y lo perdido. Son estas sensaciones las que en nombre de todos, Cristina Peri Rossi recoge y siembra con descaro y lucidez poética y las hace suyas, muy suyas, desde muy dentro de su corazón, y las abandona ante nosotros, sus barcos inmóviles, para que florezcan, como una estación plena, en un paisaje entre el horizonte del recuerdo y ese mar de la memoria que nos disecciona una y otra vez, sin que podamos rebelarnos en contra de nuestros sueños, hoy en calma y mañana húmedos, más que con palabras frágiles, gestos severos y poemas.