No puedo escribir de ti más verídicamente que tú misma. No es que sea incapaz por naturaleza, sino que la verdad de ti, la has escrito. Y porque tú escribías para ser leída sólo después de muerta, porque la he leído, contigo muerta, y hecho mía, esa verdad es la más fuerte de todas. No podré ir más allá. Lo que guardo de ti, y que sólo a mí incumbe, no es del orden de la verdad sino de la física: Tacto de las rodillas a la frente, sabor de cerveza en la lengua, perfume en los brazos, debajo, vista y voz, de lejos, me abrasan: circuitos que no se apagarán. aún no. Eso es sólo mío, y con razón. Sólo escribiré de ti desde mi propia altura. O bien me acuesto y hago sombra.