El pueblo de Molinicos se encuentra dividido desde hace años por el Partido del Progreso (que ostenta el poder) y el Partido Demócrata. A escasos días de las elecciones, Zacarías, el presidente de la asociación de jubilados y número tres en las listas progresistas, fallece mientras duerme. Sus correligionarios, sobre todo el Alcalde, quien también es uno de los dos médicos del pueblo, acostumbrados a utilizar amenazas soterradas para la captación de votos y muy dados a los desmanes y trapicheos en el consistorio, deciden utilizar el deceso, que en principio es un revés para sus filas, como una maniobra política. Todos los preparativos del duelo se disponen en la casa del difunto, al que acudirán los vecinos del pueblo, pero entre los espasmos post mortem del fenecido y los demayos que estos suscitan, el velatorio será de todo menos tranquilo.