Tiránico, retorcido, zafio, malvado, vago, compulsivo, inadaptado, mezquino, esperpéntico, irascible, egomaníaco. No sobran los adjetivos para describir a Silvio José Pereda, un solterón de 45 años obsesionado con los videojuegos de la Segunda Guerra Mundial, las salchichas Chisparritas y las películas de Steven Seagal, que sufre “madrugafobia” y se dedica a parasitar la vejez de su pobre padre. Un necesario rescate de más de un centenar de penosas peripecias de Silvio José y sus neuróticos íntimos: su esquizofrénica madre, Berta Cortés, el enfermo mental Federico Tejada o el profesor de autoescuela y poeta infantil Sebastián Cubero.