Tello es -fue- un andaluz. Feo, entra:amp;ntilde;able, cristiano trascendente con cierta alegia no rencorosa a lo clerical. Y trabajador. Sobre todo, por apego a un lugar concreto: Santa Amalia, hacienda recostada al sol en las laderas de Sierra Morena, con dehesa, olivos y sombra de linces. Tello hablaba y convert:amp;iacute;a en palabra cada experiencia porque sab:amp;iacute;a, sin pensarlo, que el hombre es comunicaci:amp;oacute;n, y que lo que finalmente deja a la humanidad como patrimonio personal es su palabra.