Es evidente que Masako Owada, la brillante diplomática que enamoró a un prÃncipe heredero, no ha encontrado su sitio en los salones del palacio imperial de Tokio. El rÃgido protocolo la ha obligado a permanecer alejada de su profesión, de sus aficiones, de sus amigos e incluso la ha querido apartar de la inquierudes de cualquier mujer de su tiempo.