«La jungla polaca convence con su ardiente voluntad de participar y de comprender. Quien quiere comprender a su propio país tiene mayores posibilidades de comprender a los otros» (Malgorzata Szejnert, Literatura). Las andanzas de Kapuscinski por Polonia fructificarían en 1962 con la publicación de este libro, escrito entre viaje y viaje africano. Los reportajes se habían convertido en asignatura obligatoria para las plumas más destacadas del país, y en medio de lo que se llamó «literatura de los hechos», el delgado volumen de un debutante suscitó el interés del público y de la crítica que destacó la manera novedosa, sumamente original, de concebir el reportaje, convertido en literatura con mayúsculas.