Vivir es atravesar un tenso cable sobre el vacío. Los personajes de estos relatos lo saben muy bien. Como funambulistas sin red miran hacia abajo sabiendo que la cotidianidad esconde un lado invisible y tenebroso. Pero ¿qué otra cosa pueden hacer? Condicionados por las circunstancias, no tienen más remedio que tratar de sortear la amenaza que suponen los agujeros negros . En estos relatos se habla de locura, de celos, del mal... Sin embargo, una sutil capa de humor envuelve cada una de las situaciones que aquí se narran. Un humor manejado con singular destreza, que permite encarar el sinsentido con una extraña sonrisa en los labios. Así puede recorrerse este libro como un collar de cuentas: apreciando su singular, su supuesta inocencia o su colorido, pero comprendiendo a un tiempo que ciertos conocimientos sacuden inevitablemente la conciencia.