Cuando reparó en el suceso, comprobó que el animal se había meado en sus piernas. Los gatos suelen orinarse alzando la cola y moviendo las patas traseras, en tanto que disparan con su pito espinoso un chorro intermitente de spray hacia lo que consideran de su propiedad, o bien para adquirir lo que aún no pertenece a nadie y, según aquella criatura, mi abuela le pertenecía por entero. De idéntico sentimiento, intentaré arrebatarle la humana propiedad al posesivo felino considerando que, si él se la había adjudicado con una buena meada, bien pudiera yo obtener también toda la persona de mi abuela, arrojándole al mismo sitio un rico y jugoso cítrico, tan refrescante y saludable para la piel.