Agustín Robles Santos toma de las riendas a una familia cubana desde el origen de su formación a finales del siglo XIX y todo el siglo XX. Juega de forma magistral con un narrador en primera persona, que se convierte luego en un narrador en tercera, no oriundo de esas tierras - Gabriel verdecia-, quien en definitiva, nadando entre corrientes narrativas que soplan a favor o en contra de los personajes (cuyas vidas vigila con insistente telescopio), nos teje un entramado de secuencias existenciales, lúcidas o parapsicológicas de las que a veces forma parte, entrometiéndose para arreglar dificultades u opinar, algo que en ocasiones se ofrece al lector en humorístico o supicaz discurso. Ya le tocará descubrir a éste el por qué.