Osito pinta un monstruo que le encanta. Decide regalárselo a su abuela, y ruega a la gallina que se lo haga llegar. La abuela, agradecida, le envía un beso. Los amigos de Osito se van entregando el beso unos a otros, hasta que por fin llega a la mejilla de Osio. Aunque algunos lo haya aprovechado en el camino.