Influido por una rama fundamentalista procedente de algunos países del golfo Pérsico, ha llegado a Europa un nuevo islam más reaccionario –cuyo sello de identidad es la imposición de un símbolo religioso, ideológico y sexista: el hiyab o velo islámico– que ha puesto en riesgo algunas de las conquistas más importantes del movimiento feminista para las mujeres de origen norteafricano, las musulmanas y las exmusulmanas.