El 1364, un pleito enfrentó ante la corte del justicia civil de la ciudad de Valencia un cambista y un veterinario, este último acusado de negligencia por una mala praxis. Los detalles sobre la naturaleza de los contenidos y de la práctica del arte de la veterinaria, así como el tipo de individuo que solía ejercerla, emergen de la voz de los testigos del proceso con una riqueza de matices inusitada. La calidad de la información que proporciona este magnífico documento, y también otras fuentes complementarias procedentes de la Cancillería real y de los archivos de la ciudad, han servido a Carmel Ferragud por explicar una de las ocupaciones médicas menos conocidas en la Corona de Aragón medieval y el Occidente europeo: la atención de los animales. El estudio de  Carmel Ferragud Domingo señala la gran trascendencia que tuvieron los equinos a la sociedad bajomedieval, pero también otras bestias como las destinadas al consumo humano, o bien los perros, los pájaros de presa y, incluso, las fieras salvajes custodiadas en los palacios. El alto valor otorgado a determinados animales obligó a buscar soluciones por criarlos y atenderlos convenientemente en sus enfermedades, siguiendo principios propios del galenismo, base doctrinal sobre la que también se sustentó la medicina humana. Así pues, se han contrastado las bases teóricas del arte de la veterinaria, presentes en los manuscritos conservados, con su ejercicio cotidiano, que tenía lugar en los obradores de las calles de la Valencia gótica. En definitiva, esta investigación nos acerca al mundo medieval desde una vertiente poco conocida, pero que sin duda tuvo un gran peso en aquella sociedad, que se mantuvo durante siglos.