Pocos conceptos políticos y filosóficos han sido utilizados —y se utilizan— de manera más perversa que el de cosmopolitismo. ¿Es realmente posible ser un “ciudadano del mundo”? ¿De què mundo? ¿Hay que reivindicar el cosmopolitismo en una sociedad como la nuestra cada vez más interrelacionada? Este ensayo pretende averiguar qué quiere decir exactamente “ser cosmopolita” y como los usos del término han variado a lo largo de la Historia. Desde su origen en la convulsa Grecia unificada bajo la fuerza de Alejandro Magno hasta su concreción en la Europa ilustrada, obnubilada por la prepotencia de la razón —de su razón—, el cosmopolitismo se ha convertido en la coartada para el proceso de brutal imposición de las formas occidentales de moral y economía que hoy conocemos con el nombre de “globalización”. Pero la mayoría de los analistas y comunicadores, incluso muchos de los que condenan este proceso, continúan presentando el cosmopolitismo como una ideología “abierta”, “plural” y “respetuosa”. Este trabajos quiere desenmascarar la asechanza conceptual que se esconde bajo la cubierta amable de lo que en realidad es una forma más —quizá la más eficaz y sutil— de totalitarismo.