El descubrimiento de América coincidió con el momento en que el imperio azteca había alcanzado el apogeo de su esplendor artístico, arquitectónico y ubanístico. Las colosales pirámides rituales de Tenochtitlán, la capital destinada a convertirse en Ciudad de México, constitutyen el capítulo que concluye la historia milenaria de las civilizaciones de Mesoamérica. Los restos de las antiguas ciudades emergen hoy en contextos naturales fascinantes, desde la costa atlántica hasta el altiplano mexicano, desde la península del Yucatán hasta los bosques a orillas del Pacífico. Edificios, esculturas, orfebrería, pinturas y códices que nos remiten a una página extraordinaria de la historia del arte y la civilización universales.