En 1917 llega a Puerto Rico una compañía de ballet rusa que, debido a la revolución que ha terminado con el régimen zarista, debe permanecer en la isla a la espera de conseguir pasaportes que le permitan seguir su viaje. La primera bailarina y dueña de la compañía, igual que la célebre Ana Pavlova, vive consagrada a su arte y exige a sus bailarinas una dedicación plena.