El libro nos permite adentrarnos, de una manera al tiempo amena y rigurosa, en una ciudad castellana de principios del siglo XVII, en el Toledo que conoció Cervantes, con sus construcciones irregulares y sus reformas urbanísticas; a través de la documentación existente y de la visión de los vecinos y de los viajeros, para repasar-a través de esos relatos-innumerables facetas de la vida cotidiana: el hambre, la inmigración, los pormenores de algunos oficios, como escribanos, libreros e impresores, e igualmente de otros ámbitos económicos como las manufacturas y el comercio.