A veces me vienen a la memoria una serie de imágenes de mi infancia que se habían quedado durante muchos años dormidas o tal vez rezagadas en esas regiones lejanas del olvido. Entonces yo me detengo ensimismado y me recreo en aspectos que antes, cuando los viví, no reparé en ellos o me pasaron desapercibidos: un olor, una frase, un gesto, una caricia adquieren de pronto todo su valor y también toda su definitiva comprensión.